Berlín, 4–5 de septiembre de 2025.
El aire olía a cables, café y futuro. En los pasillos de Music Frontiers, los saludos rápidos se convertían en conversaciones largas; las ideas, en textos redactados en laptops. StageLink entró en escena con un objetivo claro: contar lo que somos y activar el radar del ecosistema. Objetivo cumplido.
La primera sensación fue humana: mucha gente talentosa, cercana, con buena vibra. No eran tarjetas lanzadas al azar; eran diálogos reales. Hablamos de lo que hacemos y —más importante— de lo que queremos construir: una plataforma phygital que da aire y altavoz al talento emergente. Se entendió. Se notó en las miradas, en los follow-ups espontáneos y en ese “pásame tu contacto” que suena a puerta que se abre.
La presentación fue bien. Sin artificio, con foco. Más que un pitch, una conversación con la industria. Porque sí, esto tiene algo de entrevista de trabajo, pero la mesa es de negocio: acuerdos, pilotos, colaboración. Otra liga. Y ahí estamos aprendiendo a jugar, sin perder la esencia.
Estar allí fue un curso de iniciación acelerado. Respiramos un ambiente de colaboración y entusiasmo que deja huella. Cuando un festival te devuelve, en tiempo real, la confirmación de que lo que construyes tiene sentido, la brújula se alinea. No sales con euforia hueca; sales con claridad operativa.
“Fue muy positivo estar ahí, respirar ese ambiente y sentir el deseo de seguir formando parte de esto. Ahora toca trabajar más. Esto recién empieza.”
Conclusión
Berlín no fue un punto y aparte; fue un punto de apoyo. StageLink se probó en un entorno exigente y volvió con algo más que tarjetas: dirección, propósito y hambre de ejecución. Hay ganas, hay método y hay equipo. El resto es trabajo, constancia y la música que ya empieza a sonar.
Esto recién empieza.
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